Acá llegamos como punto intermedio para intentar desplazarnos a La Higuera. Nos encontramos:
1. Un pueblito en un valle lleno de verdor y con un microclima templado
2. Las ruínas del Fuerte de Samaipata
3. Los dueños de La Posada del Sol: una pareja encantadora.
La llegada no tiene nada que ver con nuestra estadía aquí. Si arribamos tormentosamente, los tres días de permanencia fueron deliciosos.
El primer día fue de descanso. Al siguiente visitamos los restos arqueológicos. Se le llama el Fuerte porque nuestros abuelos conquistadores establecieron uno allí. Su nombre oficial es Centro Ceremonial y Administrativo de Samaipata.
Transcribo del folleto que entregan a la entrada:
“Cronológicamente se sabe que fue:
-Un centro ceremonial y ritual de los Mojocoyas y los Chanés del gran Grigotá (800-1300 d.c.)
-Un lugar de tránsito para los Guaranies (Chiringuanos) (1450 d.c.)
-Territorio de contacto con la selva y centro administrativo Inca (1400-1450 d.c.)
-Durante la colonia un tambo y fuerte para garantizar la ruta de unión entre Asunción del Paraguay y Lima, en Perú.”
Samaipata es un gran conglomerado de arenisca en la cima de una montaña a 2000 m. de altitud, que mide unos 220 m por 60 m de anchura. Está todo esculpido. Según dicen es el mayor petroglifo mundial y está declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad. El bombo de Manolo terminará siéndolo también y, si no, al tiempo.
Entre sus grabados hay dos surcos paralelos de unos cincuenta metros de largo orientados de oeste a este, con una ligera inclinación que culmina en el este. Erick von Däniken en su obra “El mensaje de los Dioses” considera que estos surcos eran una rampa de lanzamiento. Qué pena que ahora que disponemos de mejores medios técnicos no nos visiten los extraterrestres.
En nuestra visita nos acompañaba Shara, australiana de 25 años que viaja sola desde hace varios meses. Nos explicó que está prometida y que cuando vuelva a Sidney se casan, en noviembre dijo que será la boda. Supongo que nos explicó esto para que no la viéramos como un bicho raro. El guía fue Cecilio, una institución aquí. Se lo sabe todo y es bilingüe, no como el driver altiplánico.
Próximo a Samaipata hay un valle en donde abundan los cóndores. Es frecuente verlos sobre el pueblo y en los alrededores.
La Posada del Sol la regentan Trend y Rosario de la que son propietarios. Él tejano y ella de Cochabamba. Nos sentimos como invitados por unos viejos amigos. Les dedicaremos “un monográfico” en el post de los hospedajes.
He pasado la página y veo que el cuento acabó bien.A mi también me gustaría que vinieran los extraterrestres con una flota de naves y que se llevaran a todos los malos.Soñar es bueno.La verdad es que parecéis amigos de toda la vida en la foto con los dueños del hotel.
ResponderEliminarBesitos de caramelo.
JUAN Y GEMMA