miércoles, 20 de junio de 2012

21.- Por el Salar de Uyuni (y II)

Comenzó luego la travesía del salar haciendo parada en el primer hotel de sal que se construyó y que ahora es sólo un pequeño museo, tienda y comedor. Estamos a diez kilómetros de Colchani. Como el salar se inunda en la época de lluvias (320 mm/año. Precipitación media en Murcia: 375 mm/año) con una capa de agua entre 10 y 50 cm, el que construyó este primer hotel vio que había una pequeña elevación suficiente para evitar la inundación del mismo. Al lado del hotel hay un pequeño promontorio salino en dónde, supongo que los primeros que se aventuraron a hospedarse en él, colocaron la bandera de su país, al modo como se ve en los documentales que ocurre en el Polo Sur.



El Salar de Uyuni está a una altitud de 3660 m y tiene una extensión de 12.000 km2. Para que nos hagamos una idea, la provincia de Teruel tiene 13.000, la de Valencia 10.000 y la de Murcia 11.000 km2, en números redondos.

El promedio de temperaturas está en 6º, aunque oscilan entre máximas de 30º  en verano y mínimas de -25º en invierno (junio a septiembre). La realidad es que en el salar hace “harto frío” en expresión boliviana.

Seguimos hacia la Isla del Pescado. Está a setenta kilómetros de Uyuni y hay cierta confusión con la denominación, pues hay quien dice que se llama también Isla Incahuasi y otros afirman que ésta última se trata de otra isla. Hay varias islas más en el salar. La del Pescado es la más visitada porque es la única que tiene cactus gigantes de hasta diez metros  (Trichocereus pasacana).



La isla es un área protegida y tiene unas mínimas instalaciones de control de acceso y servicios: cafetería y aseos. Si quieres utilizar los aseos hay que obtener el boleto a 30 Bs y te permite además visitar la isla en un recorrido circular ya trazado. No hay folleto explicativo ni carteles. Todo se reduce a asombrarse con las dimensiones de los cactus y a extasiarse en la cima maravillado por la extensión blanca que te rodea y que abarca todo el horizonte observable. El color blanco es tan dominante que en días nublados llega a producirse el fenómeno del “White out” o “blanqueo” (pero no de dinero) por el que el horizonte desaparece.


Además de los cactus gigantes hay otra vegetación en la isla, incluidas otras especies de cactus, de la que no se dar referencia y no vi -aunque lo busqué- vida animal. He leído que hay vizcachas (un roedor pariente de las chinchillas), picaflores (colibríes), otros pájaros, hormigas, arañas y lagartijas.

Un buen campo de trabajo para biólogos y naturalistas.

En una bahía, en el lado oeste de la isla, se sitúan los toyotas, que llegarían a la treintena, teniendo cada uno asignada una mesa de bloque de sal y algunas rocas que sirven de asiento y que se utiliza para la comida de los turistas. La contaminación producida por las pérdidas de aceite de los vehículos destaca mucho en este lugar hasta hace poco inmaculado. 




Los cactus crecen también en las laderas de algunos montes que rodean al salar y allí son de mayor tamaño como pudimos ver al atardecer cuando llegábamos a Puerto Chuvica.

El cerro Thunupa, uno de los que rodean al salar, tuvo un hijo con Kosuña. Cuzco celoso de Kosuña entra en discordias con él. Aprovechando la circunstancia, Coracora enamora a Thunupa, que le deja el hijo a Kosuña y huye con Coracora. Inician un largo viaje y en lugar llamado Jyayo Khota la mujer tiene que vaciar sus pechos de la leche que no ha podido consumir su lactante. Hoy en esa hoya se ve la blancura desparramada.




Puerto Chuvica, a unos 70 km al sudoeste de la isla del Pescado, es un caserío paupérrimo, en dónde hay construidos dos hoteles de sal. 
Hay varios hoteles de sal construídos en el salar y próximos a la orilla. Estos son hoteles con los lujos y comodidades de un buen hotel en el primer mundo,  para un turismo coleccionista de sitios visitados que no quiere perder sus hábitos de vida occidentales. Son la muestra y la punta de lanza del cambio del turismo mochilero por este otro. El turismo mochilero es más atrevido pero también coleccionista de lugares visitados sin importarle, en general, la realidad natural, cultural y antropológica del lugar que visitan.

Nuestro hotel de sal no pasa de ser un precario refugio, hecho con bloques de sal, los catres hechos con bloques de sal y el salón comedor con mesas y bancadas con más de lo mismo. La iluminación la proporcionan unas bombillas adornadas con sal cristalizada alrededor de unos alambres a modo de lámpara. La fuente de energía son paneles solares. Para completar el conjunto, cristales de sal desparramados por el suelo en un grosor de varios centímetros; habiendo olvidado acortar las puertas para que dicha capa no entorpezca, por lo que resulta bastante tosco el conjunto, a mí me recordaba el cajón del gato de Rita aunque algo más grande.




En este primer hotel estábamos los ocupantes de tres vehículos, es decir dieciocho personas. Las habitaciones eran de cuatro catres aunque tuvimos la suerte de disfrutar de una matrimonial.
Los aseos se reducían a un lavabo pequeño con agua gélida, una ducha con agua caliente por 10 Bs, que después de verla no utilizamos ninguno, y dos váteres que se tardaron bastante en utilizar dado su aspecto, aunque a la fuerza ahorcan. 

Afortunadamente el grupo era bastante solidario y los primeros dejaron los váteres mejor de lo que estaban cuando llegamos. Intenté su uso en horas prudentes  pero me encontré con que las puertas no tenían pestillo y además abrían hacia afuera; el que te pillaran literalmente cagando era cuestión de segundos. Como no era perentorio lo dejé para la madrugada.





La cena nos la sirvieron los conductores de los otros vehículos; el nuestro no apareció en ningún momento. Igual ocurrió con el desayuno y ya estaban todos marchándose cuando apareció nuestro chófer. A mis preguntas sobre su estado de salud respondió que se encontraba perfecto por lo que ya elaboré una hipótesis respecto a su ausencia.

Aunque la cama tenía sábanas y mantas, dormimos sobre las mismas en nuestro saco, cuya bondad respecto a las bajas temperaturas ya habíamos comprobado






1 comentario:

  1. Que chófer mas pillín.El hotelito de sal,como idea es original pero algo precario,pero cuando digas que dormísteis en un hotel hecho de sal vais a fardar un montón detalles los justos,para dar envidia.Bromas aparte todo es enriquecedor y esperiencias nuevas.
    Los cactus,sencillamente maravillosos,soy una apasionada de esa planta y sus flores unas de las mas bonitas.
    Mil besos.
    JUAN Y GEMMA

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