miércoles, 30 de mayo de 2012

04.- El viaje



Todo llega.
La T4 de Madrid interminable. Cincuenta minutos para llegar a la otra puerta de embarque.
Avianca, de Colombia, buenos aviones y personal amable. Buena comida.
Los asientos no están hechos para obesos pero la distancia con el de delante permite cierta movilidad de las piernas, incluso con el sillón reclinado.
Tres horas de espera en el aeropuerto de El Dorado (Bogotá). Se nota ya que estamos en un  país “en vías de desarrollo” que dicen los modernos.
Cada respaldo tiene una pantalla de vídeo con varias opciones:  de ocio, información del vuelo, televisión, música y cine (¡treinta películas de actualidad!) Los avisos de la tripulación aparecen en pantalla.
Al llegar a El Alto (La Paz) desconectan el sistema y queda patente la consola de Linux… ¡lógico!.
Nuestro primer petate apareció pronto en la cinta, pero el segundo fue de los últimos, en total cuarenta minutos. Como la espera la hicimos delante del aduanero, debimos darle pena y nos dejó pasar por el morro.
Llegábamos al hotel a las 5,15 de la mañana; veinticinco horas después de salir de casa.
Colofón: el candado del petate  de Rita lo habían forzado y no pudimos abrirlo. Sólo queríamos descansar. Dentro de unas horas resolveríamos el problema

2 comentarios:

  1. Bien esto me pasa por escribir directamente el comentario aquí. Acábaseme de borrar medio libro que había escrito.
    Decía mas o menos, que la T4 la hicieron así de grande para diluir el dinero que se chuparon los "sabios proyectistas". Se apañaron bien el riñón. Además, tiene un diseño de culo. Puro culo y pura idiotez.
    El avión, como lo deben utilizar para vuelos trasoceánicos, debe ser bueno pero sin pasarse que luego nos acostumbramos y ya se sabe, empezamos a vivir por encima de nuestras posibilidades.
    Lo de las horas de vuelo, un escándalo. Yo hubiera estado durmiendo todo el rato y además, roncando. Las películas las tienen todos los vuelos laros. En Alitalia, ocurre lo mismo. Un chorro de películas actuales.
    Oye, una cosa, Miguel ¿por qué no quitas el coñazo ese contra robot que con los años y la presbicia a veces tienes que ponerlos tres o cuatro veces? Ya sabes que sólo es decirle que NO. ¡Huy!, casi se me borra otra vez.
    Termino por si acaso.

    Este que lo es.

    ResponderEliminar